
El tercer disco de Carnarium fue grabado en 2002 y muestra a la banda bastante lejos de sus raíces death. Ya en la primer canción el disco muestra su fortaleza o debilidad según los gustos: en “Constelaciones de Requiem” el rol protagonico lo tiene la cantante femenina. A estos oídos, de principio a fin Andrea Goldberg es un chillido monótono, unidimensional e irritante. A otros tal vez suene como una valquiria etérea. En los pasajes mas tranquilos, como la intro de “Resplandor Ancestral”, la voz de Goldberg se ensambla mucho mejor, pero cuando sube el volumen se despega de la banda.
Musicalmente hay muchas cosas de power metal, especialmente en los teclados, death y algunos pasajes ocacionales de black metal aunque ningún estilo definido prevalece y esto es otro de los puntos flojos del disco: la falta de consistencia. Los riffs son pesados y hay muchas melodías, pero nada es memorable. Con ocho músicos, y tres en el rol vocal, falta de espacio para que la banda se exprese. Tal vez sea una elección estilística o no, pero en el disco no hay un solo de guitarra. Las canciones no tienen estructura y giran alrededor de las letras. Salvo alguna excepción, la estructura verso-coro-verso no existe. Esto es propio del genero, pero en este caso, ninguna se destaca y son difíciles de distinguir.
Digamos, todos los cliches goth están en su lugar: las letras goticas (romanticas y trágicas), las melodías “etéreas”, las voces femeninas, los teclados, etc. pero todo suena forzado, y exagerado. Por otro lado, reconozco que el disco da la impresión de una cierta unidad conceptual y un aire épico, acentuado por la repetición de melodías. Seria distinto si la cantante femenina tuviera un papel menos protagonico tal vez?. Asi como esta, Carnarium suena como la pesadilla metalera de Pepe Cibrian.